
Los globos aerostáticosEl 26 de mayo de 1809, y para festejar el cumpleaños del rey Fernando VII, se inauguró la costumbre de lanzar al aire globos aerostáticos, eso sí, sin tripulantes. Ese día se elevó desde la Plaza de la Victoria (lo que hoy es la Plaza de Mayo) un globo de gran tamaño con unas coquetas banderas españolas colgando en la parte inferior. También se lanzó un globo en Buenos Aires cuando Cisneros llegó a la ciudad para hacerse cargo del Virreinato.
La ruletaEl juego de la ruleta se instaló en Buenos Aires un año antes de la Revolución de 1810. Y le gustó tanto pero tanto a la gente que uno de los alcaldes del Cabildo, Agustín de la Cuesta, se preocupó muchísimo por lo que se conocía como "la rueda de la fortuna". Según él, "había picado en abastecedores, jornaleros, hijos de familia e incluso esclavos". Es decir, fue todo un éxito.
Los cafésAdiviná qué hacía la gente cuando tenía tiempo en aquella época. Por ejemplo, iba a los cafés. El más conocido de todos era el "de Marco", llamado así por un motivo nada original: su dueño era el español Pedro José Marco. Estaba en la esquina de lo que hoy es Bolívar y Alsina (antes, Santísima Trinidad y San Carlos). Tenía un gran salón con mesas y billares, y un sótano donde se mantenían frescas las bebidas. Era el lugar preferido por los patriotas para reunirse, tanto que en 1811 se creó allí la Sociedad Patriótica.
La luzEn tiempos de la colonia, al caer la noche, las calles de Buenos Aires se iluminaban con candiles alimentados con aceite de potro o de bagual. Claro que si la luna alumbraba lo suficiente, la gente se volvía ahorrativa y no los encendían. Y lo mismo pasaba en el teatro. En las funciones de lujo se utilizaban velas, por lo que recibían el nombre de "veladas". Para el resto de las funciones… ¡a arreglarse con la luz de luna, nomás! La luzEn tiempos de la colonia, al caer la noche, las calles de Buenos Aires se iluminaban con candiles alimentados con aceite de potro o de bagual. Claro que si la luna alumbraba lo suficiente, la gente se volvía ahorrativa y no los encendían. Y lo mismo pasaba en el teatro. En las funciones de lujo se utilizaban velas, por lo que recibían el nombre de "veladas". Para el resto de las funciones… ¡a arreglarse con la luz de luna, nomás! La luzEn tiempos de la colonia, al caer la noche, las calles de Buenos Aires se iluminaban con candiles alimentados con aceite de potro o de bagual. Claro que si la luna alumbraba lo suficiente, la gente se volvía ahorrativa y no los encendían. Y lo mismo pasaba en el teatro. En las funciones de lujo se utilizaban velas, por lo que recibían el nombre de "veladas". Para el resto de las funciones… ¡a arreglarse con la luz de luna, nomás! La luzEn tiempos de la colonia, al caer la noche, las calles de Buenos Aires se iluminaban con candiles alimentados con aceite de potro o de bagual. Claro que si la luna alumbraba lo suficiente, la gente se volvía ahorrativa y no los encendían. Y lo mismo pasaba en el teatro. En las funciones de lujo se utilizaban velas, por lo que recibían el nombre de "veladas". Para el resto de las funciones… ¡a arreglarse con la luz de luna, nomás!